De vuelta y nos trasteamos...

Lea hasta el final y le daré un caramelo...Al menos por una última vez. 

De vuelta y nos trasteamos...


Quizás hayan seguido este blog reciente, quizás lo sigan cuando me conocían del colegio o incluso cuando para algunos fui su profesor gratuito para pasar a la nacional.  Quizás otros me conozcan de mi corta instancia en la editorial o puede que me reconozcan cuando trabajé en la revista extinta de Jhon Galt. Otros, sin embargo, habrán compartido salón de clases conmigo alguna vez mientras que para algunos, yo era sólo otro esclavo en un puesto de poder que una multinacional francesa usó para multiplicar de forma exponencial sus dividendos.

En cualquier caso, este blog ha sido algún tipo de huella y rezago del escritor que siempre he querido ser. Pero mi madre putativa bien me lo decía: «el camino del dicho al hecho tiene muchísimo trecho» y para ser sinceros, no lo he recorrido con la maña y la disciplina suficiente... 


He aprendido en estos años cientos de cosas: Desde química avanzada hasta lo más elemental de las matemáticas para sobrevivir en este mundo moderno junto con otros saberes que me han ayudado a no caer en extremismos tan radicales. También he explorado otros horizontes más infieles a la escritura, como por ejemplo: la traducción. Aquí no me queda más que admitir mi fracaso en el intento de volver esa tarea en una labor profesional que siquiera me dé un sustento suficiente sin el mayor de los éxitos. Me han seducido también con la interpretación y con el doblaje a los que rechacé de forma muy pasiva, por no decir guiado por la pereza y el miedo a fracasar por no dar la talla. 

En fin, siento que se han acumulado muchas oportunidades pero a la vez tantos han sido los fracasos de enfocarme que me siento en un vórtice, una especie de licuadora que es el mundo, cada vez más cerca de un abismo lleno de contemporaneidad con todas sus crisis de identidad, económicas e ideológicas al que mi cuerpo cede para convertirse en un batido de carne de cañón corporativa  capitalista sin juicio y que mi razón incluso apoya pero de alguna u otra forma, una parte de mi se resiste a renunciar al sueño que dió vida a este blog, el que me ha hecho pasar noches investigando e incluso estudiar dos carreras para ampliar mis horizontes y luchar en un litigio por sobreponer mi tiempo contra el convertirme en un peon godín de oficina de nuevo de esa industria que es la esclavitud del siglo XXI

Podría reinvindicarme en mi labor que intento que sea profesional, por lo que debería empezar a hacerlo de forma dedicada y constante; sin embargo, considero que este ya no es el espacio para hacerlo, ni el tono por el que lo deba hacer. No puedo sino recordar con gracia cuando escribía mis relatos satíricos, irónicos o simplemente con un humor adolescente puberto en: Las crónicas de Yisosaurio, o mis intentos de novela que más bien parecían cuentos fanfic sacados desde lo más perturbador de internet. Ni olvidar cuando con orgullo me abanderaba de luchas sociales que no podía enfrentar más allá de mi computador y con la absurda creencia de que mi humilde opinión o mis acciones iban a cambiar el ritmo de la historia, o peor, más inocente aún, cambiar el mundo. Hoy río a mis adentros entre la pena y el orgullo pero como todo, considero que este espacio debe irse y saber morir a tiempo, enseñanza de aquel escritor Bogotano que pudo no sé si decir estupor o repugnancia (sin usar el anglicismo que conocemos) de haber leído mi blog cuando pude cruzar un par de palabras con él cuando trabajaba en su blog: proyecto Frankeinstein. 


Agradezco de antemano a todos los lectores que han estado hasta este punto, quienes me han conocido y me han dado ánimo en continuar con esto. Espero muy pronto abrir el nuevo espacio y que estas nuevas reformas sean con la mejor intención de presentar un contenido excelente y algún día, llegar a decir que pude ser un escritor. 

Nos vemos pronto, 

Camilo Espinosa. 
Alias: El peon de papel.

Bogotá 2021


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